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La reducción de coches propuesta por la DGA desde la óptica logística

Conclusiones inesperadas debidas al pooling effect

Alejandro Serrano

En la prensa de hoy leemos que el gobierno de Aragón ha tomado la decisión de reducir la flota oficial de coches –dejando al margen los de la presidenta y los consejeros– de 218 a 91 unidades.

Ante una noticia como ésta, una posible reacción es pensar que los trabajadores con derecho a vehículo lo van a tener más difícil a la hora de conseguir coche cuando lo soliciten, debido a que hay 127 vehículos menos disponibles. Dicho de modo más técnico, parece que el nivel de servicio para los usuarios se va a reducir debido a la menor cantidad de inventario disponible.

Para saber si es esto cierto, podemos hacer algunos sencillos cálculos sujetos a varias hipótesis simplificadoras.

Supongamos que antes había 9 consejerías con igual número de usuarios y una flota de 218/9 = 24,2 coches de media en cada una de ellas. Supongamos también que el número de peticiones de vehículos en un día cualquiera sigue una distribución normal independiente en el tiempo, con una media de 12 personas y una desviación típica de 6 personas. Asumiendo que los coches no son intercambiables entre consejerías, el nivel de servicio observable por los usuarios es casi exactamente del 98%. Esto significa que sólo 1 de 50 veces el usuario solicita un coche oficial a su consejería y no hay coche disponible.

Ante la nueva política de la DGA, una pregunta válida es: suponiendo que ahora los coches se “almacenan” de forma centralizada, ¿cuántos coches son necesarios para mantener el mismo nivel de servicio del 98%? Unos sencillos cálculos con excel nos dan la respuesta de “sólo” 145 coches, o 73 coches menos que antes. La razón técnica es que el coeficiente de variación de la demanda se divide por tres (la raíz cuadrada de 9). La razón intuitiva es que, suponiendo que las demandas de coches por consejería son independientes, es más difícil que hagan falta muchos coches a la vez en todas las consejerías el mismo día, por lo que el inventario de coches en porcentaje sobre la demanda total se reduce para un nivel de servicio dado.

La otra pregunta relevante es: dado que el número de coches se reduce a 91, ¿qué nivel de servicio se puede esperar con este número de vehículos? En este caso, la respuesta es ¡sólo un 17%! La razón es que la media de usuarios esperados en un día es de 108 y la desviación estándar de 18, por lo que las peticiones estarán por encima de 91 con alta probabilidad (83% de las veces).

La conclusión es que reducir los 73 coches iniciales apenas afecta al nivel de servicio (apenas dos puntos), pero reducir 54 coches adicionales empeora el nivel de servicio en ¡más de 80 puntos!

Quizá las hipótesis hechas no son muy realistas: Otro escenario posible es que el nivel de servicio anterior fuera altísimo (digamos 99,9% para una distribución normal de media 6 y desviación 6) y entonces 91 coches aseguran un nivel de servicio del 98%. Otro es que el número de usuarios con derecho a coche se haya reducido sustancialmente.

No estoy seguro de cuál de estos tres escenarios prefiero creer, pero en cualquier caso, se observa que utilizar algunas sencillas técnicas, usadas habitualmente en gestión de la cadena de suministro para decidir sobre centralizar o no los inventarios (el llamado pooling effect), nos permite cuantificar con bastante exactitud el coste económico de ofrecer un cierto nivel de servicio a los usuarios.

Para saber más sobre cadena de suministro www.zlc.edu.es

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Gestión de la Cadena de Suministro, motor de crecimiento ante la crisis

La innovación en el área de Cadena de Suministro, un filón sin explotar

Alejandro Serrano – Diario Negocio. Oct 2011 | España

La economía española se encuentra ante una encrucijada. El modelo económico de las últimas décadas, basado principalmente en la inversión extranjera directa y la construcción, ha dejado de ser válido. Existe un consenso generalizado sobre la necesidad de encontrar un nuevo modelo, basado en la innovación, para revitalizar nuestra economía. Pero las ideas felices normalmente no llueven del cielo. Es preciso enfocar, canalizar y acompasar el talento, crear el caldo de cultivo adecuado, para que florezcan las propuestas innovadoras que son tan necesarias. Entre otras cosas, es preciso decidir en qué ámbitos vamos a competir. Es una decisión grave, porque de ella depende en gran medida la sostenibilidad de nuestro modelo de bienestar a largo plazo.

Dentro de estas posibles propuestas innovadoras, una opción que se adivina muy interesante es la innovación en el ámbito de la gestión de la cadena de suministro. La relevancia de esta disciplina, hasta hace un par de décadas desconocida, no hace más que crecer. Las razones hay que buscarlas, por un lado, en la deslocalización de empresas, que complica enormemente la previsión de la demanda y aumenta considerablemente la necesidad de transporte y almacenaje, y por otro en el incremento del coste del petróleo, que ha hecho que el porcentaje de costes logísticos de muchas empresas haya aumentado extraordinariamente.

Las técnicas existentes en este ámbito permiten cuantificar conceptos  como el nivel de servicio al cliente o el intercambio de información con los proveedores, lo que permite tomar decisiones basadas en números y no en hechos sólo cualitativos, algo que los departamentos financieros critican enconadamente. Además, la cadena de suministro analiza los procesos de principio a fin, permitiendo adentrarse en ámbitos que hasta hace poco eran exclusivos de los departamentos de marketing o finanzas, lo que facilita una visión global de la empresa y, por tanto, unas decisiones menos sesgadas.

Pero para habilitar la innovación en este ámbito hay que superar dos barreras. Por una parte, el escepticismo de muchas empresas, que no terminan de creerse que innovar en este ámbito sea posible o adecuado, y prefieren apostar por métodos de mejora marginales, que tienen menos riesgo y son más fáciles de justificar. Por otra, no hay ejecutivos suficientemente formados en cadena de suministro, equipados con las técnicas cuantitativas requeridas y con la visión global antes referida.

Como excepción, algunas empresas españolas, como Inditex o Mercadona, han explotado estas características hasta el punto de haber cambiado los paradigmas de sus sectores maduros con una estrategia de cadena de suministro radicalmente innovadora. Es un hecho que resulta sorprendente si tenemos en cuenta que sus sectores están dominados normalmente por las áreas de marketing o ventas. Por ejemplo, prescindir de las promociones o reducir drásticamente el número de artículos (como ha hecho Mercadona) era hace unos años simplemente implanteable. Y enviar colecciones nuevas a las tiendas casi cada semana era sencillamente imposible. Hoy Inditex lo hace a sus más de 5000 tiendas en todo el mundo. Y es que estas empresas han introducido un cambio sustancial en el modo de enfocar las mejoras: la cadena de suministro es ahora el motor de ideas para competir.

En conclusión, la innovación en el ámbito de la gestión de la cadena de suministro tiene una importancia creciente y es un filón sin explotar, por lo que tiene mucho sentido apostar, como país, por estar a la vanguardia de la innovación en esta área. Esto implica  desplazar el poder de decisión desde otras áreas y formar en este ámbito a los profesionales de alto nivel. ¿Difícil? Quizás, pero no imposible, y merece la pena intentarlo, cuando la economía de todo el país está en juego.

Para saber más sobre cadena de suministro www.zlc.edu.es

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